Los domingos se vuelve innegable: Montevideo ha sido conquistada por el tambor. Negros, blancos y todas las cruzas generadas en siglos de convivencia toman las calles, tambor a la cadera, para darle ritmo a la capital. En los últimos años, lo mismo ha comenzado a pasar en otros puntos del país. La toma del tambor por parte de los montevideanos, duraznenses y otros ha sido saludada por muchos. Pero también ha sido mirada con recelo por quienes temen un vaciamiento del complejo cultural que rodea al tambor.
¿Alguien tiene la razón?
El candombe se ha transformado en los últimos años en un auténtico fenómeno de participación popular, específicamente en lo que tiene que ver con tocar el tambor.
El último desfile de Llamadas montevideano contó con la presencia de treinta y cinco agrupaciones , con un promedio de setenta tamborileros cada una. Se calcula que entre bailarinas, mamas viejas, gramilleros, escoberos, portaestandartes y portabanderas, cada grupo desfiló con ciento cincuenta integrantes.
Algo similar se dio en Durazno (única ciudad con un monumento al tambor), donde treinta y dos comparsas del interior compitieron en la doceava edición del desfile de Llamadas más importante que se realiza fuera de Montevideo. Existen decenas de conjuntos que participan en desfiles barriales en Montevideo, muchos de las cuales no tienen una infraestructura y organización que les permita llegar en febrero hasta Isla de Flores. Por último, hay que mencionar que prácticamente en toda la capital pululan las cuerdas de tambores de muchachos (y muchachas) que se juntan a tocar en una esquina por pura gozadera.
Esa parece ser la escuela posta-posta de toque de tambor: la calle, la barra esquinera donde el que toca un poco más le va pasando piques a los que tocan menos. Sin embargo, no es casual que en diversas instituciones, escuelas de música y clubes comiencen a aparecer talleres de candombe, en general con una nutrida concurrencia.
¿De dónde sale tanto candombe? Nuestros antepasados blancos (y colorados) se ocuparon de reducir el porcentaje de afrouruguayos en cada enfrentamiento que tuvieron. Si bien no existió un Salsipuedes negro, toda nuestra historia marca una suerte de exterminio permanente, que se sigue dando en las pocas oportunidades de trabajo (difícil para todos hoy en este bendito país) y en la calidad del mismo. ¿Cuántos negros trabajan en televisión en Uruguay? ¿Cuántos en radio? ¿Cuántos afrouruguayos ocupan alguna banca en el parlamento, en las juntas municipales? ¿Cuántos son cuidacoches? ¿Cuántos profesionales universitarios?
Alguna vez escuché decir que los descendientes de africanos han tenido una pequeña revancha con occidente a través de sus músicas. Si uno piensa que el jazz, el rock, el son, la cumbia, el merengue, el samba y el reggae (sólo por nombrar algunos ejemplos) son músicas que surgen a partir de alguna comunidad afroamericana, y si se ve la dimensión y la difusión que tienen en el mundo hoy, lo primero que surge es la suposición de que ese proceso se va a dar, más tarde o más temprano, con el candombe.
El tema aparece también de forma recurrente en las conversaciones entre músicos, con frases tales como "al candombe hay que exportarlo". Esto pude tener significados y obviamente consecuencias muy dispares.
El fenómeno etiquetado como música latina –con Emilio Estefan a la cabeza– es hoy una de las principales industrias económicas en el mundo (no sólo de la música), y es bien difícil encontrar bajo dicho rótulo algo que no suene a plástico estandarizado. Sin embargo, la música brasileña ha logrado que muchos de sus hijos se paseen por el mundo cantando y tocando algo que sigue sonando a Brasil. Es cierto que además de Tom Jobim, João Gilberto, Chico Buarque, Caetano Veloso, Milton Nascimento, Gilberto Gil, Jorge BenJor, Djavan, y tantos otros, Brasil tiene músicos en una onda mas "internacional", más "de moda" –que al igual que tantos– tendrán sus diez minutos de fama y desaparecerán. Lo que sin dudas Brasil tiene es un cariño por su propia música muy arraigado en la gente , más allá de industrias, decretos y proteccionismos.
Como mancha de aceite
Amor profundo, diría Mandrake Wolf, es lo que se está dando hoy por hoy, y como nunca antes, entre los uruguayos y el tamboril.
El toque de barrio en barrio muchas veces “no suena”, se escuchan muchos parches de nylon, las lonjas no siempre están bien templadas y seguramente el nivel de destreza adquirido en la ejecución del instrumento por los noveles tamborileros no llega a un mínimo aceptable. No obstante, hemos escuchado con sorpresa la evolución en ese sentido que han tenido muchas comparsas del interior. La última Llamada de Durazno (al menos) fue televisada en directo por Canal 5 para todo el país, y pudimos ver y oír (pese al discreto nivel de la transmisión) grupos que realmente suenan a candombe, con un trabajo y un esfuerzo muy importante. Es más, si bien concursos son concursos, varios de estos conjuntos compitieron en Montevideo logrando muy buenas ubicaciones , por delante de varias comparsas montevideanas.
Paralelamente a toda esta explosión comenzaron a surgir voces desde la propia comunidad afrouruguaya (y no tanto), alertando sobre la posible desnaturalización del candombe, la pérdida de sus valores, la falta de conocimiento no sólo del toque sino de todo aquello que hace a la identidad del mismo. Sin ninguna duda algo de esto hay, y quizás sea bueno no sólo alertar sobre esta posibilidad, sino hacer algo al respecto.
Documentar en audio y video toques que aún están vivos, enseñar seriamente en escuelas y liceos (alguito se ha hecho al respecto) qué es el candombe.
Pero para eso tendríamos que ponernos de acuerdo en ese punto. ¿Pensamos en el candombe simplemente como una tradición colonial que se mantiene, o en un fenómeno vivo, que puede cambiar sin dejar de lado algunos aspectos esenciales? ¿Cuáles son esos aspectos esenciales? Hablar hoy de candombe, ¿implica solamente mencionar a los conventillos? Después que estos desaparecieron (una de las tantas barbaridades de bárbaros gobiernos), aquellos que allí vivían quedaron repartidos, desmembrados por toda la periferia de Montevideo. Lejos de desaparecer, los candomberos armaron nuevos grupos, se mezclaron, se multiplicaron.
Hoy se da que aún en lugares donde no recaló tamborilero alguno, existen cuerdas de tambores, y hasta comparsas organizadas(Malvín y Punta Carretas, por ejemplo).
Influencias
El candombe es hoy una fuerza en movimiento, que no está congelado sino que ha venido incorporando elementos de forma permanente. Quizá tendríamos que mencionar las decenas de músicos que, sin ser propiamente del candombe, lo han incluido en su repertorio a través de canciones o temas instrumentales en los pasados cuarenta o cincuenta años.
La mayoría de los jóvenes (y viejos) tamborileros escuchan música tropical (como buena parte del país). Igualmente, la música de Rada, Mateo, Jaime Roos, Manolo Guardia, Dino, los Fattos, los Olimareños, el Sabalero (aquellos que lo deseen pueden persignarse rápidamente) y tantos otros, no ha venido transcurriendo sin generar una movida, inclusive dentro de los compositores, cantantes y arregladores que desarrollan su actividad fundamentalmente en las comparsas. Desde las clásicas agrupaciones candomberas (más que carnavaleras) se han incorporado muchísimos elementos musicales no tradicionales al candombe. Pedro Ferreira (probablemente el más importante de los compositores comparseros) introduce al candombe la música tropical, al influjo de los Lecuona Cuban Boys y todas las grandes orquestas que venían a la "Tacita de plata" en épocas de vacas gordas y sin aftosa. La sección de vientos característica de los lubolos, comienza con Pedro Ferreira y su Sonora Cubanacán.
Eduardo Da luz, el más premiado de los compositores carnavaleros-candomberos utiliza muchos "piques" roqueros en las introducciones e intermedios de sus canciones, al mejor estilo del Opa, Rada y el propio Jaime, mientras que Néstor Silva (otro destacado autor comparsero), tiene en muchos de sus temas inflexiones melódicas que remiten al blues.
La guitarra eléctrica y (sobre todo) los teclados y el bajo eléctrico están presentes desde hace muchos años en los candombes que los afrouruguayos componen para sus comparsas.
Digamos que todo tiene su ida y vuelta. Los Fatales (por favor que nadie pregunte quienes son) incorporaron a sus shows tambores de candombe, al influjo de su director musical, Bocha Pintos, hijo y hermano de los directores responsables de la Comparsa Lubola Sarabanda (en la que él mismo participó durante años).
¿Conclusiones?
Digamos que hay un ida y vuelta desde y hacia el candombe-canción. Podemos entonces suponer que el toque de candombe puede también difundirse sin que esto atente contra el mismo. ¿Cómo? No lo sé. Por ahí lo que decíamos de documentar y difundir (cosa que nos consta Mundo Afro viene haciendo hace años) es un buen comienzo. Sí estoy seguro que no se trata de juntar a tanta gente que con tanto cariño está identificándose hoy con el candombe, con la ciudad, con el país, para explicarles que están equivocados, que la cosa no es así. En esta sociedad global de hoy, la identidad cultural no puede dejar de construirse día a día, porque en eso nos va la vida. Que los jóvenes se interesen tanto por un ritmo, una música que es prácticamente inexistente para unos mass-media que se dedican en un 90% a difundir enlatados sin parar, no deja de resultar estimulante, gratificante, emocionante.
Este es un fenómeno que no se puede parar; incidir o no en hacia dónde pueda ir, es otra cosa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario