Barrio Sur en los sesenta, cuando "medio" Medio Mundo jugaba con la camiseta verde de la Yacumenza en la Liga Palermo; cuando desde la kermesse de la Escuela Haití, corrimos las dos cuadras hasta Julio Herrera y observamos atónitos el operativo en el Liberaij; la misma Escuela Haití a la que íbamos con los Silva, Raúl, Waldemar "Cachila" y por ejemplo Manuel era chiquito y Juan el mayor, trabajaba en la Ancap de la rambla y Juan Angel, el padre, el adelantado, era el que presidía el imaginario consejo de ancianos en el convento y también, las delegaciones de negros y lubolos que AUDAVI y la Dirección de Turismo solían llevar a los más diversos países del mundo para promocionar esto tan nuestro, el Candombe.
En ese entonces, el tambor era cosa de negros y unos pocos blancos, generalmente muy humildes, con la excepción de siempre de Carlos Páez Vilaró; nadie andaba con el termo debajo del brazo y el mate en la mano y la muchachada iba al tablado, igual que los mayores y nadie, le entendía nada a las murgas.
Un mal día cayó la libertad en el Uruguay y con ella, las paredes del gran conventillo, el del inicio del periplo hasta Ansina, el ícono de la época en que había líos a diario pero que no pasaban de unas piñas, a lo macho y no a lo pinchado como ahora, que no se sabe como termina.
Y aparecieron las alpargatas y los bigotes, las boinas y las materas y todos, nos sorprendimos un buen día, parados en las plateas de los clubes que hacían carnaval cantando y saltando mientras le hacíamos los coros a Araca, La Falta, Universo, Omar Romano, La Reina y demás, expresando por esa vía la rebeldía y la protesta, la disconformidad contra el avasallamiento a la dignidad.
Y los fines de semana, además de en el Sur y Palermo, en el Cordón, en la Aguada, Peñarol, el Cerro, Piedras Blancas, empezaron a juntarse algunos muchachos en alguna esquina y comenzaron a darle a la lonja y al otro fin de semana fueron más y más y de esa forma se formaron comparsas barriales totalmente amateurs y allí se nucleaban personas de todo nivel social, cultural y económico.
En el tamboril, los montevideanos primero y los uruguayos todos, luego, encontraron la manera de expresión más arraigada al origen, descubrieron una muy buena parte de nuestra identidad
Tremendo!
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