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viernes, 18 de marzo de 2011

Afinado de tambores

Afinamos los cueros sabiendo que los cueros son pieles, parte del organismo de seres
vivos, que como tales vibran en una frecuencia determinada. encontrar la de cada
instrumento es uno de los secretos para que el tambor “cante”, y diga lo que tiene que
decir. Cuando tocamos en una cuerda de tambores, estamos formando parte de un
ensamble de instrumentos, cada instrumento debe estar afinado para ensamblar
armoniosamente.
Para los tambores con sistema de tensores los afinamos usando solamente una
llave, cuidando siempre de mantener la horizontalidad del aro. Para esto es bueno tener
un diseño de afinado, puedo afinar cruzado, es decir, voy saltando de torre en torre en
sentido opuesto, o una a la vez en sentido horario o antihorario, dando la misma cantidad
de tensión en vueltas a cada torre. Es conveniente saber cuantas vueltas le doy a cada
torre para controlarlo.
Afino y pruebo hasta que el tambor largue un sonido que quede suspendido, como una
“campana”, el lugar exacto de afinado es donde ese “sonido campana” dura más tiempo.
Si hay mucha humedad le damos calor de culata, para que seque y guarde calor.
En caso de cueros “baqueteados”, se lo sube un poco a llave, se lo pone a fuego, y se
termina de subir la llave.
Técnicas: sea como sea, cuando encuentro la “campana”, toco el cuero sobre cada torre
para darle el último toque. Cada parte del cuero donde se encuentra la torre, tiene que
tener la misma nota.
Muy importante: cuando terminamos de tocar, nos dedicamos a bajar la afinación del
cuero, pues si no, éste se estira y pierde flexibilidad. Entonces nos quedamos sin sonido
en corto plazo.
Para los tambores clavados, se afinan con fuego. Hay una relación entre el tiempo
que se toma el cuero en subir de altura, con el que demora en bajar. Cuanto más lento
suba, más lento baja. Es bueno tomar en cuenta el ir moderando entre lonja y culata.
Así como para los de tensores, a cada momento voy testeando el sonido, buscando el
“cantito” del tambor. Cuando consideramos que el tambor está, y lo sacamos del fuego,
tener en cuenta que el tambor sigue subiendo y cuando enfría queda más agudo de lo que
estaba. La técnica “Escupida” nos permite saber cuanta temperatura tiene el cuero, si
escupo y la baba hierve, el cuero está muy caliente. En ese momento lo doy vuelta de
culata.
El arte de afinar, requiere como toda arte, tiempo.
La afinación de nuestro instrumento nos ofrece una calidad de sonido más elevada, de la
que obtendríamos si no lo afinamos. Ahora, de nosotros depende que ese sonido que
encontramos esté presente en el ensamble.
Para cada tambor, existe una técnica que nos da la posibilidad de tocar ese sonido, sin
hacernos daño a nuestro cuerpo. Es muy importante tener conciencia de nuestra postura
al colgarnos el tambor. El tambor se apoya sobre la pierna opuesta al hombro desde
donde se cuelga el talí. Así nos queda la otra pierna libre para dar el paso de avance.
Para el tambor Chico y Repique, se busca más inclinación para que la mano que percute
quede más anatómica.
El sonido de “campana” o “dulce”, del tambor, lo producimos con la mano. Acá es bueno
saber que son las yemas de los dedos quienes le dan este “toque”, por lo que el efecto
“chicotazo” viene bien. La palma nos da el soporte fuera del tambor, para que los dedos
vayan y vengan sobre la membrana. Son los que realmente producen el sonido.
Para obtener diferentes acentos en las manos, variamos la altura. Cuanto más altura
respecto al tambor y peso le doy a mi mano, más acento obtengo. Los palos salvo efectos
que implica el repique, los ubico en los bordes de la membrana. No tienen tanta
relevancia a la hora de sacar el “cantito”. El palo nos da sostén métrico y efectos
maravillosos.
Para el tambor piano, los sonidos que obtenemos con la mano son, los del “bajo”, y los de
la mano abierta. Para el sonido de la mano abierta, la mano produce el cantito del piano
desde el borde de la membrana. A diferencia del chico y el repique, aquí los dedos se
unen en una sola “barra de dedos”, para sacar un sonido grave del tambor. Ese sonido se
asemeja al que obtenemos con el palo abierto en la zona del centro de la membrana. Así
fraseamos los llamados y repiques de piano.
El piano, como instrumento grave, cumple con la función de bajo, es decir, el sonido
“bajo” del piano es fundamental.
Sabemos que para todos los tambores, balancear el sonido de la mano con el palo, lleva
tiempo y oído.
Nos escuchamos y buscamos el mejor balance de nuestro toque.
A tener en cuenta a la hora de cuidar nuestra postura para lograr mejor calidad de
sonido: imaginar que pendemos de un hilo que se prende en el centro de nuestra cabeza
hacia arriba.
Sentir nuestro “dorsal ancho”, músculo que se encuentra debajo de los omóplatos. Este
nos permite llevar los hombros hacia atrás, abrir el pecho y crear una faja protectora de
la cintura y lumbares.

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