Pequeño aporte sin fines de lucro que pretende juntar un montón de información que circula en Internet sobre el candombe, como un fenómeno cultural uruguayo, y que he intentado agrupar organizadamente. El agradecimiento que corresponde a los usuarios que hayan subido dicha información en forma de imágenes, videos, documentos, etc. y la bienvenida a todo aquél que entre a este rincón para comentar, criticar, aportar algún dato, o simplemente disfrutar....salud candombe!

lunes, 14 de marzo de 2011

Una comparsa por barrio - Como una epidemia rara (por Jorge Schellemberg)

Los domingos se vuelve innegable: Montevideo ha sido conquistada por el  tambor. Negros, blancos y todas las cruzas generadas en siglos de  convivencia toman las calles, tambor a la cadera, para darle ritmo a la  capital. En los últimos años, lo mismo ha comenzado a pasar en otros  puntos del país. La toma del tambor por parte de los montevideanos,  duraznenses y otros ha sido saludada por muchos. Pero también ha sido  mirada con recelo por quienes temen un vaciamiento del complejo cultural  que rodea al tambor.

¿Alguien tiene la razón? 
El candombe se ha transformado en los últimos años en un auténtico  fenómeno de participación popular, específicamente en lo que tiene que ver  con tocar el tambor. 
El último desfile de Llamadas montevideano contó con la presencia de  treinta y cinco agrupaciones , con un promedio de setenta tamborileros  cada una. Se calcula que entre bailarinas, mamas viejas, gramilleros,  escoberos, portaestandartes y portabanderas, cada grupo desfiló con ciento  cincuenta integrantes. 
Algo similar se dio en Durazno (única ciudad con un monumento al tambor),  donde treinta y dos comparsas del interior compitieron en la doceava  edición del desfile de Llamadas más importante que se realiza fuera de  Montevideo. Existen decenas de conjuntos que participan en desfiles  barriales en Montevideo, muchos de las cuales no tienen una  infraestructura y organización que les permita llegar en febrero hasta  Isla de Flores. Por último, hay que mencionar que prácticamente en toda la  capital pululan las cuerdas de tambores de muchachos (y muchachas) que se  juntan a tocar en una esquina por pura gozadera. 
Esa parece ser la escuela posta-posta de toque de tambor: la calle, la  barra esquinera donde el que toca un poco más le va pasando piques a los  que tocan menos. Sin embargo, no es casual que en diversas instituciones,  escuelas de música y clubes comiencen a aparecer talleres de candombe, en  general con una nutrida concurrencia.
¿De dónde sale tanto candombe? Nuestros antepasados blancos (y colorados)  se ocuparon de reducir el porcentaje de afrouruguayos en cada  enfrentamiento que tuvieron. Si bien no existió un Salsipuedes negro, toda  nuestra historia marca una suerte de exterminio permanente, que se sigue  dando en las pocas oportunidades de trabajo (difícil para todos hoy en  este bendito país) y en la calidad del mismo. ¿Cuántos negros trabajan en  televisión en Uruguay? ¿Cuántos en radio? ¿Cuántos afrouruguayos ocupan  alguna banca en el parlamento, en las juntas municipales? ¿Cuántos son  cuidacoches? ¿Cuántos profesionales universitarios? 
Alguna vez escuché decir que los descendientes de africanos han tenido una  pequeña revancha con occidente a través de sus músicas. Si uno piensa que  el jazz, el rock, el son, la cumbia, el merengue, el samba y el reggae  (sólo por nombrar algunos ejemplos) son músicas que surgen a partir de  alguna comunidad afroamericana, y si se ve la dimensión y la difusión que  tienen en el mundo hoy, lo primero que surge es la suposición de que ese  proceso se va a dar, más tarde o más temprano, con el candombe. 
El tema aparece también de forma recurrente en las conversaciones entre  músicos, con frases tales como "al candombe hay que exportarlo". Esto pude  tener significados y obviamente consecuencias muy dispares.
El fenómeno etiquetado como música latina –con Emilio Estefan a la cabeza–  es hoy una de las principales industrias económicas en el mundo (no sólo  de la música), y es bien difícil encontrar bajo dicho rótulo algo que no  suene a plástico estandarizado. Sin embargo, la música brasileña ha  logrado que muchos de sus hijos se paseen por el mundo cantando y tocando  algo que sigue sonando a Brasil. Es cierto que además de Tom Jobim, João  Gilberto, Chico Buarque, Caetano Veloso, Milton Nascimento, Gilberto Gil,  Jorge BenJor, Djavan, y tantos otros, Brasil tiene músicos en una onda mas  "internacional", más "de moda" –que al igual que tantos– tendrán sus diez  minutos de fama y desaparecerán. Lo que sin dudas Brasil tiene es un  cariño por su propia música muy arraigado en la gente , más allá de  industrias, decretos y proteccionismos. 

Como mancha de aceite 
Amor profundo, diría Mandrake Wolf, es lo que se está dando hoy por hoy, y  como nunca antes, entre los uruguayos y el tamboril. 
El toque de barrio en barrio muchas veces “no suena”, se escuchan muchos  parches de nylon, las lonjas no siempre están bien templadas y seguramente  el nivel de destreza adquirido en la ejecución del instrumento por los  noveles tamborileros no llega a un mínimo aceptable. No obstante, hemos  escuchado con sorpresa la evolución en ese sentido que han tenido muchas  comparsas del interior. La última Llamada de Durazno (al menos) fue  televisada en directo por Canal 5 para todo el país, y pudimos ver y oír  (pese al discreto nivel de la transmisión) grupos que realmente suenan a  candombe, con un trabajo y un esfuerzo muy importante. Es más, si bien  concursos son concursos, varios de estos conjuntos compitieron en  Montevideo logrando muy buenas ubicaciones , por delante de varias  comparsas montevideanas. 
Paralelamente a toda esta explosión comenzaron a surgir voces desde la  propia comunidad afrouruguaya (y no tanto), alertando sobre la posible  desnaturalización del candombe, la pérdida de sus valores, la falta de  conocimiento no sólo del toque sino de todo aquello que hace a la  identidad del mismo. Sin ninguna duda algo de esto hay, y quizás sea bueno  no sólo alertar sobre esta posibilidad, sino hacer algo al respecto. 
Documentar en audio y video toques que aún están vivos, enseñar seriamente  en escuelas y liceos (alguito se ha hecho al respecto) qué es el candombe. 
Pero para eso tendríamos que ponernos de acuerdo en ese punto. ¿Pensamos  en el candombe simplemente como una tradición colonial que se mantiene, o  en un fenómeno vivo, que puede cambiar sin dejar de lado algunos aspectos  esenciales? ¿Cuáles son esos aspectos esenciales? Hablar hoy de candombe,  ¿implica solamente mencionar a los conventillos? Después que estos  desaparecieron (una de las tantas barbaridades de bárbaros gobiernos),  aquellos que allí vivían quedaron repartidos, desmembrados por toda la  periferia de Montevideo. Lejos de desaparecer, los candomberos armaron  nuevos grupos, se mezclaron, se multiplicaron. 
Hoy se da que aún en lugares donde no recaló tamborilero alguno, existen  cuerdas de tambores, y hasta comparsas organizadas(Malvín y Punta  Carretas, por ejemplo).   

Influencias 
El candombe es hoy una fuerza en movimiento, que no está congelado sino  que ha venido incorporando elementos de forma permanente. Quizá tendríamos  que mencionar las decenas de músicos que, sin ser propiamente del  candombe, lo han incluido en su repertorio a través de canciones o temas  instrumentales en los pasados cuarenta o cincuenta años. 
La mayoría de los jóvenes (y viejos) tamborileros escuchan música tropical  (como buena parte del país). Igualmente, la música de Rada, Mateo, Jaime  Roos, Manolo Guardia, Dino, los Fattos, los Olimareños, el Sabalero  (aquellos que lo deseen pueden persignarse rápidamente) y tantos otros, no  ha venido transcurriendo sin generar una movida, inclusive dentro de los  compositores, cantantes y arregladores que desarrollan su actividad  fundamentalmente en las comparsas. Desde las clásicas agrupaciones  candomberas (más que carnavaleras) se han incorporado muchísimos elementos  musicales no tradicionales al candombe. Pedro Ferreira (probablemente el  más importante de los compositores comparseros) introduce al candombe la  música tropical, al influjo de los Lecuona Cuban Boys y todas las grandes  orquestas que venían a la "Tacita de plata" en épocas de vacas gordas y  sin aftosa. La sección de vientos característica de los lubolos, comienza  con Pedro Ferreira y su Sonora Cubanacán. 
Eduardo Da luz, el más premiado de los compositores  carnavaleros-candomberos utiliza muchos "piques" roqueros en las  introducciones e intermedios de sus canciones, al mejor estilo del Opa,  Rada y el propio Jaime, mientras que Néstor Silva (otro destacado autor  comparsero), tiene en muchos de sus temas inflexiones melódicas que  remiten al blues. 
La guitarra eléctrica y (sobre todo) los teclados y el bajo eléctrico  están presentes desde hace muchos años en los candombes que los  afrouruguayos componen para sus comparsas. 
Digamos que todo tiene su ida y vuelta. Los Fatales (por favor que nadie  pregunte quienes son) incorporaron a sus shows tambores de candombe, al  influjo de su director musical, Bocha Pintos, hijo y hermano de los  directores responsables de la Comparsa Lubola Sarabanda (en la que él  mismo participó durante años). 

¿Conclusiones? 
Digamos que hay un ida y vuelta desde y hacia el candombe-canción. Podemos  entonces suponer que el toque de candombe puede también difundirse sin que  esto atente contra el mismo. ¿Cómo? No lo sé. Por ahí lo que decíamos de  documentar y difundir (cosa que nos consta Mundo Afro viene haciendo hace  años) es un buen comienzo. Sí estoy seguro que no se trata de juntar a  tanta gente que con tanto cariño está identificándose hoy con el candombe,  con la ciudad, con el país, para explicarles que están equivocados, que la  cosa no es así. En esta sociedad global de hoy, la identidad cultural no  puede dejar de construirse día a día, porque en eso nos va la vida. Que  los jóvenes se interesen tanto por un ritmo, una música que es  prácticamente inexistente para unos mass-media que se dedican en un 90% a  difundir enlatados sin parar, no deja de resultar estimulante,  gratificante, emocionante. 
Este es un fenómeno que no se puede parar; incidir o no en hacia dónde pueda ir, es otra cosa. 

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